Esta breve nota pretende hacer resaltar algunos aspectos que contribuyen a la formación del individuo mediante la práctica del noble juego ciencia. La práctica del ajedrez facilita el desarrollo de las facultades intelectuales del hombre y el de muchos aspectos de su personalidad.
Gracias a ella mejoran y progresan el pensamiento lógico e intuitivo, se fortalece y agiliza la memoria, aumenta la aptitud para concentrarse y cambiar voluntariamente el foco de atención. El ajedrez ayuda a organizar las ideas, a tomar decisiones (obligación de efectuar la jugada) previa evaluación de las diversas posibilidades que se le brindan al hombre tanto en la vida de cada día como en su actividad laboral. La necesidad de aplicar sucesivamente en la partida de ajedrez las decisiones tomadas, mover tal pieza, llevar a cabo determinadas ideas estratégicas contribuyen a modelar la voluntad a formar un carácter resuelto y a estabilizar las emociones.
El ajedrez tiene también suma importancia en la educación del sentido crítico para consigo mismo.
Dado que en casi todos nosotros se manifiesta en mayor o menor grado una tendencia egocéntrica, a menudo no aceptamos ni siquiera nuestros errores, o tratamos de justificarlos. El juego de ajedrez y el perfeccionamiento en este arte lleva aparejada la necesidad de analizar las propias partidas, de poner en evidencia y criticar los errores cometidos durante las mismas para evitarlos en el futuro. De esta suerte, el ajedrez favorece el desarrollo de la rectitud personal, de la crítica de los propios actos. Obliga al hombre a mirarse a si mismo, revelándole la cruel necesidad de asumir sus errores y corregirlos.
Resulta interesante traer aquí las conclusiones sacadas por tres psicólogos soviéticos que se propusieron descubrir las cualidades puestas de manifiesto por los participantes de un gran torneo celebrado en Moscú.
Entre los numerosos puntos que se mencionan, extraigo sólo algunos que considero concurrentes al enfoque de esta nota, a saber: nervios bien templados, alto nivel de desarrollo intelectual, habilidad en pensar concreta y objetivamente, memoria poderosa, capacidad de pensamiento sintético e imaginación, voluntad disciplinada, inteligencia muy activa, seguridad en uno mismo. Descartaron la idea de que el genio del ajedrez depende de algún singular o prodigioso talento innato. También concluyeron que el juego permite un libre desdoblamiento de la personalidad, su fuerza y su interés. Como tales, satisfacen las exigencias y esfuerzos que yacen en lo profundo de la naturaleza humana, pero que no encuentran satisfacción en la vida ordinaria. Por lo tanto, el juego proporciona una liberación de las tensiones psicológicas acusadas por la vida cotidiana y al mismo tiempo gasta la energía que no encuentra salida en el trabajo.
En este sentido el juego enriquece la vida y contribuye a reanudar y a desarrollar completamente la personalidad. No cabe duda, como lo dijo el Dr. Emmanuel Lasker (ex campeón mundial) que en el ajedrez se dan a la vez elementos de ciencia y arte.
Además, no se le puede negar una relación básica con el deporte pese a ser una actividad del todo ajena al fortalecimiento muscular.
La razón de su carácter deportivo se ve en su objetivo final: el logro de 1a victoria sobre el adversario.
El jugador de ajedrez es por fuerza un deportista, con vistas a ello ha de modelar incansablemente su personalidad. En suma, las posibilidades creadoras del ajedrecista, su ingenio, deben obligatoriamente asociarse con sus cualidades
La preparación directa para el juego no es sino la mitad del camino por recorrer. La otra mitad tan esencial como la primara consiste en la preparación deportiva la cual consta de muchos elementos, entre los cuales deben incluirse el aspecto físico (del que depende tanto el estado de salud como la capacidad de aguantar prolongadas tensiones emocionales e intelectuales) y el aspecto psicológico (estabilidad emocional, capacidad de concentración prolongada, firmeza externa e interna para vencer obstáculos, etc.). Citando a Taraoiu (eminente pedagogo del juego-ciencia); "El ajedrez es igual al yoga: no está atado a nadie, y cada uno puede sacar solamente ventajas. Exceptuando los necios”.
El presente artículo es un compendió extraído de “Problemas relativos a la preparación psicológica del ajedrecista”.
Por Enrique Doering, Enero de 1991. Texto extraído de Diario El Ancasti
Gracias a ella mejoran y progresan el pensamiento lógico e intuitivo, se fortalece y agiliza la memoria, aumenta la aptitud para concentrarse y cambiar voluntariamente el foco de atención. El ajedrez ayuda a organizar las ideas, a tomar decisiones (obligación de efectuar la jugada) previa evaluación de las diversas posibilidades que se le brindan al hombre tanto en la vida de cada día como en su actividad laboral. La necesidad de aplicar sucesivamente en la partida de ajedrez las decisiones tomadas, mover tal pieza, llevar a cabo determinadas ideas estratégicas contribuyen a modelar la voluntad a formar un carácter resuelto y a estabilizar las emociones.
El ajedrez tiene también suma importancia en la educación del sentido crítico para consigo mismo.
Dado que en casi todos nosotros se manifiesta en mayor o menor grado una tendencia egocéntrica, a menudo no aceptamos ni siquiera nuestros errores, o tratamos de justificarlos. El juego de ajedrez y el perfeccionamiento en este arte lleva aparejada la necesidad de analizar las propias partidas, de poner en evidencia y criticar los errores cometidos durante las mismas para evitarlos en el futuro. De esta suerte, el ajedrez favorece el desarrollo de la rectitud personal, de la crítica de los propios actos. Obliga al hombre a mirarse a si mismo, revelándole la cruel necesidad de asumir sus errores y corregirlos.
Resulta interesante traer aquí las conclusiones sacadas por tres psicólogos soviéticos que se propusieron descubrir las cualidades puestas de manifiesto por los participantes de un gran torneo celebrado en Moscú.
Entre los numerosos puntos que se mencionan, extraigo sólo algunos que considero concurrentes al enfoque de esta nota, a saber: nervios bien templados, alto nivel de desarrollo intelectual, habilidad en pensar concreta y objetivamente, memoria poderosa, capacidad de pensamiento sintético e imaginación, voluntad disciplinada, inteligencia muy activa, seguridad en uno mismo. Descartaron la idea de que el genio del ajedrez depende de algún singular o prodigioso talento innato. También concluyeron que el juego permite un libre desdoblamiento de la personalidad, su fuerza y su interés. Como tales, satisfacen las exigencias y esfuerzos que yacen en lo profundo de la naturaleza humana, pero que no encuentran satisfacción en la vida ordinaria. Por lo tanto, el juego proporciona una liberación de las tensiones psicológicas acusadas por la vida cotidiana y al mismo tiempo gasta la energía que no encuentra salida en el trabajo.
En este sentido el juego enriquece la vida y contribuye a reanudar y a desarrollar completamente la personalidad. No cabe duda, como lo dijo el Dr. Emmanuel Lasker (ex campeón mundial) que en el ajedrez se dan a la vez elementos de ciencia y arte.
Además, no se le puede negar una relación básica con el deporte pese a ser una actividad del todo ajena al fortalecimiento muscular.
La razón de su carácter deportivo se ve en su objetivo final: el logro de 1a victoria sobre el adversario.
El jugador de ajedrez es por fuerza un deportista, con vistas a ello ha de modelar incansablemente su personalidad. En suma, las posibilidades creadoras del ajedrecista, su ingenio, deben obligatoriamente asociarse con sus cualidades
La preparación directa para el juego no es sino la mitad del camino por recorrer. La otra mitad tan esencial como la primara consiste en la preparación deportiva la cual consta de muchos elementos, entre los cuales deben incluirse el aspecto físico (del que depende tanto el estado de salud como la capacidad de aguantar prolongadas tensiones emocionales e intelectuales) y el aspecto psicológico (estabilidad emocional, capacidad de concentración prolongada, firmeza externa e interna para vencer obstáculos, etc.). Citando a Taraoiu (eminente pedagogo del juego-ciencia); "El ajedrez es igual al yoga: no está atado a nadie, y cada uno puede sacar solamente ventajas. Exceptuando los necios”.
El presente artículo es un compendió extraído de “Problemas relativos a la preparación psicológica del ajedrecista”.
Por Enrique Doering, Enero de 1991. Texto extraído de Diario El Ancasti
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